Saturday, February 08, 2014

REALISMO MÁGICO





REALISMO MAGICO –



                              “estoy virtualmente macro asimilado a la sociedad”

                                                            Juampa



Con tímida picardía transité la galería con las fotos de todas las promociones buscando la juventud de algunos rostros conocidos

Antes había estado en la misa, a varias cuadras de acá. Pensaba solitario, en la necedad desarraigada de las distancias inexplicables, y también en la calidez de este cielo, de esta casa.

Así, entre reencuentros, empezó el acto, los himnos, las palabras de bienvenida, la fluidez de tanto tiempo pasando abajo del puente.

Le tocó el turno del discurso a la Claudia. Solemne, allí en lo alto, despegaba las palabras de la hoja y las repartía con  vehemencia. Tantos años y tantas emociones.

De tantos recuerdos, vino a mi mente aquel trabajo de literatura sobre un libro que en ese momento no leí. Junto a mi compañero, nos sacamos un diez en ese trabajo, sin haber leído el libro. Semejante hazaña se lo debemos a otro compañero de un curso superior, quien ya había leído el libro y hecho el trabajo, y nos lo prestó para copiarlo.

Confieso que a “Cien años de Soledad” lo leí muchas veces. El Gabo es mi autor favorito y hasta sostengo que si hubiese sido argentino seria peronista, mas allá que varias y muchas noches de apasionados debates, mi compañero (y amigo) seguiría diciendo que los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles.

También recordé que, aparte de no haber leído el libro para esa ocasión, jamás le devolví el trabajo a aquel compañero del curso superior que me lo había prestado…

El acto avanzaba con la inevitabilidad de las cosas que no queremos que terminen que terminen, cuando Carpincho me envió un mensaje de texto saludándome desde lejos, y pidiéndome que celebre en nombre de todos los que no pueden asistir esta vez. El Iván también me envío un mensaje parecido.

Definitivamente, algunos momentos merecen que estemos todos.

Decidí entonces que era tiempo de poner en orden esas historias. El acto era un viernes y no es buena idea presentarse en este tipo de acontecimientos con algunas cosas guardadas, menos aun si son ajenas, y tampoco otras tantas cosas inconclusas y evidentes.

Faltando mas de una semana, por la tarde fui a casa de mis viejos, busque el libro y rescaté el trabajo de un cajón olvidado.

Luego saqué “El Tanque”, la bici que en primer año me regalaron para ir a la pileta  con Javier, Raulito, Rulo, el Mono, el Tero, Sapo, Marcelo  y toda la barra., y me fui hasta la casa de Juampa.

Me atendió Mariano, su papá. Charlamos, soñamos.. luego me dijo que Juampa no estaba, que eran tiempos de campaña política y andaba por los barrios repartiendo papelitos de colores blancos y rojos.

Le dejé un mensaje claro: había que terminar de leer el libro y devolverle el trabajo al Coya.

Me tomé el fin de semana largo entero para leer el libro de la primera a la última página. Juampa vino el domingo, y tambien el lunes. Por fin terminamos la tarea y hasta tuvimos un recreito para ir al río a tomar mate con las chicas.

El martes, después del feriado, en el primer recreo, el de las nueve y diez, fuimos al quisco de Roger. Las facturas redondas en espiral, con crema en el centro que tanto nos gustan aún no habían llegado. Optamos por el sándwich de mortadela.

Desde allí buscamos al Coya con la mirada y lo encontramos en los bebederos, atrás del mástil.

Nos acercamos, lo saludamos, platicamos. Le devolvimos su trabajo.

Cierto instante después llegó Lucas a buscarlo… canchero, Lucas estrenaba Kickers grises ahora que ya no era necesario que los zapatos tengan el mismo color que el cinto. Estamos esperanzados en que en breve el cabello pueda utilizarce un poco mas largo, o se incorporen mujeres a la escuela!

El Coya y Lucas se marcharon a la parte de la entrada a reunirse con sus otros compañeros. Estaban todos ahí, en esos mesones colorados, abajo del árbol viejo.

Ellos tenian hora libre porque Walter Díaz habia perdido el colectivo que viene de Soto. Viendolos a todos ahí, pienso en el fiat blanco del Turi… esta cerca .. José, Carlitos o la Imelda deberían precuparse.

-         “Es un muy buen tipo el Coya. Te dije que habia que ponerlo en la lista del Centro De Estudiantes”.

Juampa estaba a punto de filosofar alguna respuesta cuando los gritos de la Rosa llovieron a cántaros en la mañana… Damián se había bajado los pantalones para festejar su triunfo. Había sido un durísimo partido de ese extraño tenis que jugábamos con la mano en el contrapiso que usábamos como cancha, delimitada por los cimientos de la que alguna vez será la parte nueva de la escuela.

A pesar de la enorme destreza física y deportiva de Cachilo, Damián ganó el partido y festeja a su manera, insolente, frente a la risa incontenible de Cachilo. De todos. Menos de la Rosa, claro.

El día del acto, los que aun siguen estando desde el principio recibían sus merecidas distinciones. Después, la Rosa se mandó un discurso de unas siete hojas. Es uno de esos tantos discursos que dice en los actos y algunas otras ocasiones. Uno de esos discursos que nunca escuchamos y jamás sabremos que dicen. Y aunque esta vez estuvo inevitablemente emocionada, tampoco nadie debe recordar lo que dijo. La Mónica  debería transcribirlo y publicarlo en Facebook.

De todas maneras, cualquier discurso de la Rosa, sin su voz carecería de sustancia. Su incondicional integridad nos acompaña cómplice y atraviesa nuestra existencia, asemejándose a la brisa fresca que recorre las galerías en primavera, cuando parece que empezamos a ir a la escuela sólo para que terminen las clases.

Cuando el discurso acabó, aplaudimos de pié, dueños absolutos de esa complicidad y su nostalgia.

Mas tarde habló Toso. Enhorabuena, ya nos estábamos preocupando… Los otros religiosos, los actuales, parecen entender poco de la fe que germinó en esta orilla del río.

Lo escuchamos con renovada algarabía. A diferencia de la Rosa, si sabemos que dice. Toso tiene la inagotable virtud de explicar la parte inexplicable del dogma, volviendo emprendedora nuestra fe.

Sobre los últimos minutos del viernes el acto va terminando. Mañana será la fiesta y ya me confirmaron Pablo, Marcos, Rulo y Fran.

Ahora, por fin, todas las almas abajo del tala festejamos con enmancipadora alegría nuestros 25 años, nuestra mística, nuestro tiempo infinito.